JILORIO
Gofio, queso y papa son la santísima trinidad de la gastronomía canaria, que ha de estar siempre acompañada por un buen vino. Nunca con tan poco se había hecho tanto ni tan rico. Y es que si hay algo que caracteriza al isleño es su gusto por un buen plato, cuestión inevitable cuando la tierra donde vives tiene unos pescados, frutos y carnes excelentes. Se junta el hambre con las ganas de comer. Si tienes jilorio, es decir, te aprieta el gusanillo, estés donde estés, seguro que podrás encontrar un lugar donde poder saborear un rico bocado.
Resultaría un pecado imperdonable no visitar un guachinche, donde el comedor suele ser un improvisado garaje y el mobiliario reutilizado gracias a la silla del cuñado o a la mesa que tenía la abuela. Los guachinches abren cuando lo hacen las bodegas, principalmente de los pueblos del norte de la isla. Ahí podrás catar los vinos de cosecha propia, acompañados de buenos platos caseros, como el puchero, las costillas, el potaje de berros, el conejo en salmorejo, la carne de cabra o las papas con mojo. Y todo esto siempre con el omnipresente plato de queso. Al guachinche solo va el que lo conoce, así que, si quieres ponerte las botas, debes coger primero el sombrero de Indiana Jones y buscar el tesoro. Pregunta a los lugareños y sigue fielmente sus indicaciones.