ISLA DE VINOS

Entre sorbo y sorbo, pones la copa al trasluz y observas el vino, amarillo pálido, cristalino… Lo haces girar para que respire, lo hueles, lo paladeas. Tiene un toque floral; también destacan las frutas tropicales, un tanto cítrico quizá. El sumiller te ha contado que es un vino tinerfeño y que se ha llevado algún que otro premio. Tu curiosidad crece y sigues indagando, y así descubres que la isla cuenta con cinco denominaciones de origen, que la riqueza de sus suelos y los microclimas favorecen el cultivo de más de ochenta variedades de uvas únicas en el mundo, como la tintilla, el listán negro, la malvasía volcánica o el baboso, y que además cuenta con una historia que se remonta siglos atrás. No pierdes detalle de todo lo que cuentan. Mientras sirves otro vino, el líquido parece caer a cámara lenta expandiendo todo su aroma. El momento es único, levantas la copa y, mirando a los ojos de los comensales, brindas por ese instante.