VIAJE AL FIN DEL MUNDO
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Garachico – Los silos – Parque rural de Teno
Si se quiere llegar al fin del mundo, esta es la ruta. La Isla Baja se ha forjado a golpe de lava y erosión, de mar y salitre, de gofio y mojo, de lapa, pulpo y vieja, de lagar de vino y chácara. Es un pedazo de paraíso escondido y a la vez cercano donde el tiempo se detiene para esperar la llegada del viajero.
En Garachico, ni siquiera el volcán Trevejo pudo acabar con sus encantos. Las calles invitan al paseo, los verodes asoman curiosos por los tejados y las ventanas de guillotina enmarcan el Atlántico y las charcas del Caletón.
Camino de Los Silos, la carretera serpentea entre plataneras a la vera del océano, con las cumbres verdes como telón de fondo. Se trata de un pueblo tranquilo, con ritmo propio y sin grandilocuencias: un lugar para perderse en sus rincones y disfrutarlo a pequeños bocados. Un imponente esqueleto de ballena guarda su litoral y señala un tesoro escondido a la vista de todos: El Rayo. ¿Puedes descubrirlo?
Luego aparece Teno, la punta noroccidental de Tenerife, esquina de la isla que parece querer abrirse camino entre las olas, un lugar apartado del mundo con atardeceres de ensueño y paisajes indescriptibles de gran potencia y delicadeza, siempre custodiados por un solitario faro.